Los mensajes cortos, o SMS, fueron los compañeros de viaje de millones de usuarios en todo el mundo que durante algunos años, fueron la única manera que tenían de comunicarnos a través de mensajes de texto. La otra alternativa era realizar una llamada o pasar por el trámite más lento de enviar un correo electrónico que no sabíamos cuando acabarían leyendo. Su popularidad fue tal que, cuando se encontraba en su apogeo, los teléfonos inteligentes acabaron con ellos de una manera fulminante, por culpa de las nuevas, más rápidas e intuitivas apps de mensajería. Esta es la breve, pero intensa, historia de los mensajes cortos de texto de nuestro móvil.
¿Cómo nacen los SMS?
Aunque el mercado de la telefonía móvil no se hizo masivo hasta los años 90 del siglo pasado, ya a principios de la década de los 80 había un grupo de empresas que buscaban la manera de añadir algún tipo de mensajería de texto a las incipientes comunicaciones móviles de entonces. Tanto es así que en un primer momento, estos SMS se pensaron como un sistema de alertas para avisar al usuario cuando tuviera una llamada perdida, o algún contacto le dejara un mensaje en el buzón de voz, y a través de un texto con una longitud máxima de 160 caracteres (incluyendo espacios).
Pero fue en 1985, en el mes de febrero, cuando un grupo asociado a la GSM (sistema global para las comunicaciones móviles) desarrolló el concepto de los actuales mensajes cortos (Short Message Service), o SMS, como un servicio añadido a la propia comunicación por voz gracias a la cobertura de las redes de la época. Como resultado, se concibieron tres tipos de tecnologías asociadas a estos mensajes de texto, como es la que permite la posibilidad de enviar, recibir y, por último, garantizar su difusión.
El primer SMS y su explosión comercial
A pesar de esa década de desarrollo e implementación, no fue hasta el 3 de diciembre de 1992 cuando se produjo el envío del primer mensaje corto a través de una red GSM. La operadora responsable de este hito fue Vodafone, en los EE.UU., y no se emitió a través de un teléfono, sino una aplicación de software de un ordenador que lo envió a un móvil. El texto que contenía fue el de "Merry Christmas (Feliz Navidad)".
Prácticamente todos los teléfonos móviles de aquella primera época eran compatibles con el envío y recepción de estos SMS, aunque la opacidad en las tarifas aplicables en su uso (sin olvidar algunos abusos en las facturas) retrajo considerablemente la atención del público. Por esa razón, su crecimiento no fue todo lo rápido que hubieran deseado las compañías y tres años después, en 1995, el promedio de mensajes cortos anuales por cliente apenas llegó al 0,4. Es decir, que a mediados de los 90, se trataba de un sistema de comunicación prácticamente clandestino. Desconocido.
Sin embargo, con el paso de los años y la sofisticación de los teléfonos móviles de principios del nuevo siglo ayudaron a su expansión, junto con una estrategia de precios mucho más clara por parte de las compañías, aunque no fueran baratos. Son los tiempos de los SMS a precios de 10 céntimos de euro cada uno, lo que hacía que no nos volviéramos locos escribiendo a todos los contactos de nuestra agenda. Aun así, ya en el año 2000 ese promedio de mensajes cortos por usuario y año subió hasta los 35. Solo en 2006, el volumen de negocio mundial de los SMS ascendió a los 67.300 millones de euros, con un margen de beneficio estimado, entonces, del 90%. Solo en España, este mercado alcanzó en ese mismo año los 1.057,91 millones de euros y en total, se enviaron 8.760,68 millones de SMS entre teléfonos móviles de los operadores españoles.
WhatsApp y el fin de los SMS
Con el mercado creciendo y los SMS cobrándose a precio unitario, nadie podía imaginar que la presentación del primer iPhone en junio de 2007 iba a suponer el primer paso en la práctica desaparición de los SMS como método de comunicación entre particulares. Pero así fue, la llegada de WhatsApp a principios de 2009 supuso una transformación completa que terminó por llevar a las operadoras a incluir el uso de estos mensajes cortos como un servicio más de nuestras líneas de teléfono, sin coste añadido alguno. Ahora mismo, es posible enviar uno de estos SMS de 160 caracteres sin tener que pagar nada, completamente gratis ya que prácticamente todas las tarifas los incluyen de forma ilimitada. Seguramente nadie de aquella GSM, la organización que desarrolló su concepto, imaginó que apenas 30 años más tarde, su invento quedaría enterrado y reducido a cenizas bajo una pila enorme de alternativas más rápidas, eficientes, útiles y, sobre todo, gratuitas: WhatsApp, Telegram, Line, Signal, Facebook, Twitter, Instagram, Snap y un largo etcétera de 'apps' tanto para iOS como Android.
¿Qué futuro tienen los SMS?
Ahora mismo, los SMS son un sistema de comunicación en desuso, al menos en lo que toca a los usuarios particulares por lo que, según la mayor parte de los expertos, el futuro de estos mensajes cortos ha quedado en manos de las empresas. Y eso se debe a pequeñas ventajas que los hacen únicos respecto de otros métodos tradicionales, como son los correos electrónicos, o ciertas 'apps' de mensajería donde este tipo de comunicaciones cuasi-publicitarias no están bien vistas.
La principal ventaja del SMS es que se trata de un servicio universal, disponible y presente en todos los móviles, servicios de telefonía de las operadoras e incluso países del mundo. Además, su recepción es inmediata por lo que no es necesario instalar ninguna aplicación para leerlos: al sacar el smartphone de la caja, recién comprado, ya podemos recibirlos y leerlos sin problemas. Por si lo anterior fuera poco, estos SMS cuentan con un ratio de apertura (por parte de los receptores) del 98%, infinitamente mayor que la de, por ejemplo, el email, lo que garantiza a la empresa remitente una interacción completa con el usuario. Todo eso hacen de los SMS un gran vehículo corporativo para mantener el contacto con potenciales clientes.