Seguro que no es la primera vez que leéis algo así: la pandemia de coronavirus nos ha cambiado a todos la vida y nos ha obligado a modificar prácticamente todos nuestros hábitos. Ahora bien, esos cambios que estamos sufriendo han dando como resultado una búsqueda de nuevas formas de hacer las cosas, de trabajar, de relacionarnos con los demás y... de aficionarnos hasta la adicción a una necesidad innata por tener acceso a noticias que no siempre son las mejores. Así que, ¿sabes qué es y cómo combatir el problema del 'doomscrolling'?
¿Qué es el 'doomscrolling'?
El 'doomscrolling' es un fenómeno nacido en el último año y que tiene como acontecimiento catalizador la pandemia por la Covid-19. Ha sido por culpa de su llegada, y las posteriores medidas de confinamiento duro marcadas por la práctica totalidad de gobiernos de todo el mundo, que muchas personas se han visto en la necesidad de buscar diariamente informaciones que no invitan, precisamente, a la alegría.
Efectivamente, aunque nos pueda parecer una rutina destructiva, el 'doomscrolling' da nombre a una necesidad, camuflada de costumbre o hábito, que mueve a las personas a estar enganchadas a las malas noticias, catastróficas si cabe, y que buscan de forma compulsiva en las pantallas de sus smartphones. A todas horas. Por ejemplo, datos de número infecciones o muertes por coronavirus, nuevos efectos secundarios (casi siempre devastadores) descubiertos de las vacunas y cualquier otra información capaz de removernos por dentro y hacernos recordar que el mundo es un lugar sombrío.
¿Por qué se ha desarrollado el 'doomscrolling'?
Podríamos pensar que la razón por la que existe esta práctica es culpa de los medios, que parecen atender solo a aquellas noticias que tienen una vertiente negativa. Pero no es así. Precisamente, es el reflejo de los lectores, de las personas, de quienes estamos al otro lado de la página los que acabamos dirigiendo ese camino hacia una ruta mucho más oscura de lo que debería. Prueba de ello fue lo ocurrido en 2014 cuando un medio ruso decidió publicar solo noticias alegres y positivas. Nada de desgracias y malos augurios. ¿El resultado?, una caída importante de su audiencia.
Esa falta de interés por las buenas noticias y nuestra inclinación a consumir las malas se debe a que nuestro cerebro está entrenado para procesar más rápido las noticias negativas que las positivas, para las que requerimos un mayor tiempo de comprensión y, sobre todo, tardamos menos en olvidarlas. Y es que, ¿quién no recuerda como si fuera hoy cualquier información dañina, negativa o sombría antes que otras radicalmente distintas? Como recordaba en algún medio "socialmente, invertimos más en evitar la mala reputación que en construir una buena. Emocionalmente nos esforzamos más en evitar conflictos que en crear buen rollo". Y como explican los expertos, el "terror, visto desde el confort del hogar del espectador" tiene un efecto potencialmente calmante, que es el sentimiento que busca repetir, y saciar, la persona que hace 'doomscrolling'.
¿Qué canales producen 'doomscrolling'?
El nombre de este fenómeno nace de unir dos palabras en inglés: por un lado "doom", que podríamos traducir como una acepción más de "muerte" o "fatalidad" (aunque tiene más que ver con "condena"), y por otro "scrolling", que viene a describir el acto de desplazarnos hacia abajo en las pantallas de nuestro móvil. Es decir, que quien padece este pequeño problema tiene la costumbre de estar enganchado a su teléfono mientras consulta desplazando su feed de noticias en redes sociales.
Es a través de ellas que tenemos acceso a estos contenidos que se van sucediendo entre publicaciones intrascendentes y otras novedades algo más halagüeñas. Sin embargo, la persona que sufre este "doomscrolling" no repara en ellas, porque su atención es prácticamente completa cuando aparecen historias funestas derivadas, o no, de la pandemia. Obviamente, la práctica totalidad de estas novedades que leemos en Twitter, Facebook, Instagram, etc. tienen como destino informaciones publicadas en medios que, en ocasiones, no están siquiera recomendadas por una cabecera de prestigio, lo que aumenta el grado de desinformación, histrionismo y, por tanto, de dependencia por seguir buscando más historias truculentas con las que saciar nuestra necesidad.
¿Cómo podemos evitar el 'doomscrolling'¿
Los expertos coinciden en una sola fórmula para evitarnos esos maratones de 'doomscrolling' que protagonizamos todos los días (prácticamente en cualquier momento que cogemos el teléfono para consultar una notificación que acaba de llegarnos): imponernos horarios de uso y consulta de las redes sociales, que son el principal canal por el que se propaga este tipo de noticias. Además, como todo este tipo de apps cuentan con sus propios algoritmos, cuando detectan la inclinación que tenemos hacia ese fatalismo informativo, nos bombardean con nuevos y cada vez más extremos titulares, que solo provocan una necesidad mayor de seguir enganchados.
Es por eso que una cultura de la desconexión es fundamental: aprovechar los huecos entre periodos que nos imponemos para realizar tareas que no requieran de mirar la pantalla del teléfono. Desde leer a dar un paseo, ver una serie en una Smart TV y, por supuesto, no hacer caso de cualquier notificación que pueda llegarnos. Solo así, comprendiendo que durante la pandemia existen muchas perspectivas diferentes, y la mayoría positivas, podremos eliminar esa necesidad de seguir buscando desgracias en las que regodearnos. O sentirnos protegidos desde el calor del hogar.