Y llegó el día en el que llegamos al millón de clientes. Un día como otro cualquiera, en el que los compañeros de programación se reunían en su revisión diaria para revisar los proyectos, el equipo de operaciones buscaba nuevas formas para detectar más rápidamente incidencias y el equipo de producto y comunicación revisaba opiniones de clientes para intentar mejorar algún proceso, producto o servicio. Un día más en el que los diseñadores se peleaban con mis lunares y el equipo de atención al cliente, el más madrugador, sonreía al atender cualquier llamada.
Y es que echando la vista atrás me doy cuenta de que el secreto de poder brindar hoy por el millón de clientes está en que el cliente uno y el cliente un millón son exactamente igual de importantes para nosotros. Da igual si tienes 5 líneas Inimitables y llevas casi 12 años con nosotros o tienes nuestra Fibra en casa desde hace un par de días que vino el instalador, lo importante es ser fieles a nuestros principios para ofrecerte un buen servicio y, sobre todo, para que pierdas el menor tiempo posible con nosotros. Porque el tiempo es lo más valioso que tenemos y tenemos el derecho y el deber de elegir a qué o quién se lo dedicamos. Por eso no pienso llamarte para venderte nada, te aplico las mejoras que hago automáticamente y te compensaré si detecto que he cometido un fallo. Es tiempo que nos ahorramos los dos y es la forma de trabajar que nos ha traído hasta aquí.
Y echando la vista hacia los lados no puedo sentirme más orgulloso y feliz al ver que tengo un equipo que cree en lo que hace y se deja la piel por ese millón de clientes, esa familia de Pepephone que hace que todo esto sea posible. Y es que al fin y al cabo yo solo soy uno entre un millón. Porque en Pepephone, Pepe somos todos. Personas normales con sus aciertos y fallos que seguiremos trabajando con la misma ilusión y los mismos principios seamos uno o un millón.
Un millón de gracias por confiar en nosotros.
Pepe.